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Por qué las small y mid-caps merecen una especial atención en 2026

Más allá del dominio por parte de las grandes tecnológicas estadounidenses, se está gestando un relato igualmente atractivo: en Europa y Suiza, las empresas de pequeña y mediana capitalización (SMID) estrenan el año 2026 con unos fundamentos que mejoran, pero siguen cotizando con descuentos significativos. Para los inversores patrimoniales que buscan diversificación, la combinación de valor, resiliencia y múltiples catalizadores convierte a este segmento en una oportunidad difícil de ignorar.

Un nuevo comienzo tras un ciclo desafiante 

Entre 2022 y 2025, las SMID afrontaron un entorno complejo caracterizado por tensiones en las cadenas de suministro, inflación elevada, cambios arancelarios y fluctuaciones monetarias que afectaron especialmente a los exportadores suizos. Sin embargo, estas presiones también obligaron a las empresas a adaptarse y muchas de ellas optimizaron sus operaciones, reorganizaron sus balances y aceleraron sus programas de eficiencia. Como resultado, hoy afrontan 2026 desde una posición más sólida de lo que podrían sugerir los titulares.

En Europa y Suiza, las empresas de pequeña y mediana capitalización (SMID) estrenan el año 2026 con unos fundamentos que mejoran, pero siguen cotizando con descuentos significativos.

Varios de los factores adversos que lastraron los beneficios están ahora en remisión. Los efectos de los aranceles se están normalizando, los costes energéticos se han estabilizado y el dólar estadounidense muestra menos fortaleza, lo que ofrece un alivio tanto a las empresas europeas como a las suizas. Asimismo, empiezan a aparecer señales tempranas de mejora cíclica en distintas partes de Europa, mientras que Suiza sigue beneficiándose de una amplia base de empresas con competitividad a nivel global cuyo impulso subyacente ha permanecido temporalmente oculto por la evolución de los tipos de cambio. 

 

Valoraciones destacadas

 A pesar de la mejora en las condiciones del entorno, las valoraciones de las SMID siguen siendo inusualmente atractivas. Las small caps europeas cotizan en torno a 13,4 veces sus beneficios, muy por debajo tanto de las large caps europeas como de sus homólogas estadounidenses. En Suiza, la dispersión de valoraciones es igualmente marcada, lo que refleja el escepticismo sobre la capacidad de las empresas de «crecimiento de calidad» para volver a acelerar su marcha. Creemos que esto representa una oportunidad: el mercado parece estar pasando por alto la resiliencia, la innovación y la disciplina en la asignación de capital que caracterizan a muchas SMID. 

En un momento en que la exposición a la renta variable global está fuertemente concentrada, las SMID ofrecen a los inversores acceso a un crecimiento infravalorado y ampliamente diversificado. 

 

Un escenario construido para la selectividad 

El aspecto que hace que las SMID resulten hoy especialmente atractivas no es solo su bajo precio, sino el hecho de que el entorno beneficia a aquellas empresas capaces de controlar su propio destino. En Europa y Suiza destacan varios temas clave: 

  • La recuperación de márgenes a medida que disminuyen las presiones sobre los insumos y se desvanecen las distorsiones arancelarias.
  • Los vientos favorables gracias a la estabilización de las divisas, especialmente para los exportadores suizos.
  • Los balances sólidos que permiten realizar compras de compañías más pequeñas y complementarias (bolt-on acquisitions).
  • Las transiciones de liderazgo, que aportan un enfoque renovado y una asignación de capital más clara.
  • El interés continuado en fusiones y adquisiciones (M&A) por parte de compradores estratégicos y de capital privado (private equity).

Nos encontramos en un contexto que premia el análisis bottom-up y la disciplina de inversión. Muchas SMID cuentan con palancas claras de «autoayuda», poder de fijación de precios y flexibilidad estratégica, todos ellos atributos que pesan más que las previsiones macroeconómicas.

Una fuente oportuna para la diversificación 

Los riesgos persisten y comprenden desde un crecimiento global desigual hasta el impacto disruptivo de la IA. Sin embargo, las SMID en Europa y Suiza han demostrado su capacidad para adaptarse rápidamente, a menudo con mayor agilidad que sus homólogas de gran capitalización. Existen, además, posibles catalizadores en el horizonte —incluidos patrones de demanda más favorables en Europa y el acuerdo comercial entre Suiza y Estados Unidos— que hacen que el abanico de oportunidades se esté ampliando y no reduciendo. 

En el caso de los inversores patrimoniales que buscan diversificar más allá de las temáticas de gran capitalización, ya muy concurridas, las SMID ofrecen acceso a compañías resilientes, bien gestionadas y con valoraciones razonables. Tras una década marcada por la concentración en la parte alta del mercado, el próximo capítulo podría tener como protagonistas a aquellas empresas que han pasado años reforzando sus cimientos en silencio.

Perspectiva de inversión para 2026

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